
Discover more from Aventuras de un inversor de pacotilla
El día que me forré comprando maíz
Mis primeras especulaciones con futuros de materias primas
Al contrario que muchos jóvenes inversores racionales de hoy en día, yo era una cabra loca. Como una estrella del rock, lo probé todo: análisis técnico, scalping, venta de divisas, arbitrajes de futuros sobre bonos…
Qué diferencia con toda esta nueva generación de talentos, que dicen ser inversores “value”! Siempre buscando incrementar la riqueza de su cartera. Progresivamente. Sin prisa, pero sin pausa. Como envidio su templanza.
Yo de joven no era así. En mi época experimental quise desmarcarme de las inversiones tradicionales. Y no era el único. Además, si aprendí algo de mi primera inversión en Microsoft fue que invirtiendo en acciones nadie se hacía millonario de un día para el otro.
La búsqueda del “Santo Grial”
La búsqueda de mi “Santo Grial”, fue una persecución desmesurada de rincones de inversión, dónde no había nadie más. En mi camino se cruzaban algunas oportunidades, pero tenía la fijación (y la he continuado manteniendo) que debía encontrar por mi mismo aquella especulación que me diera la “libertad financiera”.
Dicen que cuando el aprendiz está preparado, aparece el maestro. En mi caso, aunque no estuviera lo suficiente dispuesto, sí que se me apareció lo que buscaba: LOS FUTUROS sobre materias primas.
[Aquí quiero hacer una pequeña pausa, para todo aquél aficionado o, incluso principiante, que quiera saber porque en “Los Futuros” estaba el dinero:
Como acostumbran a advertir las entidades, los futuros son productos apalancados. Con ellos puedes ganar mucho, con muy poco (Fantástico!). Pero, alerta, también puedes perder el cuello, la camisa y todo lo demás, con una migaja. Y, a veces, esto sucede en cuestión de minutos.
Otra característica importante de dedicarte al trading de futuros, es que siempre aparecen señales de compra o de venta. Para los brokers, esto se traduce en grandes volúmenes de comisiones. Pero para un inversor de pacotilla como yo, esto significa ganar poco y perder mucho.]
Especular en el mercado del maíz
Especular con materias primas, también conocidas como commodities, tiene sus intríngulis. Debes saberlo todo, tanto del derivado, como del producto que hay detrás. Debes preguntarte:
Qué estás comprando (el subyacente)
Cuánto te estás apalancando (el multiplicador)
Los horarios de negociación
Los participantes y sucesos que influyen en los precios…
En mi caso, quise dedicarme a la especulación del maíz, como una afición añadida a mi trabajo de banquero. Esto era perfecto porqué, por las tardes, coincidía con las horas de máxima efervescencia en los parqués electrónicos de Chicago.
Con una cuenta de un broker y una aplicación de análisis técnico, tenía suficiente para mi actividad. Y, como me dije en otras ocasiones: “a hacerme millonario!”.
En las dos primeras sesiones de mi nueva carrera como trader me aburrí. Los gráficos apenas se movían y no había ninguna señal divina que me dijera: “p’arriba” o “p’abajo”. Pero, días después, en una sesión afortunada, identifiqué un patrón que me pedía ponerme largo en maíz. Me cercioré que disponía de tiempo para volver a cerrar la posición el mismo día y me puse largo en un futuro sobre 5.000 bushels de maíz (equivalente a 127 toneladas de maíz).
Ya estaba en el mercado de materias primas. Me sentía como Dan Aykroyd y Eddie Murphy en “Trading Places”: especulando con maíz! ¿Qué sería lo siguiente? ¿Panceta de cerdo? ¿Zumo de naranja congelado? Qué locura!
Ahora solo me tocaba observar el gráfico y esperar! Por cada punto, yo me llevaría 50 dólares. Si el contrato subía de 600 a 602, me ganaría unos buenos 100 euros. Si bajaba un poquito, cerraría la posición y aceptaría las pérdidas, como un gentleman.
De las dos vías que podía tomar mi operación, sucedió la tercera: después de una hora interminable, sin que la cotización se moviera, el mercado cerró! Antes de lo esperado. Esto me dejó con una posición encallada, sin poderla venderla a nadie más. Y a saber si el día siguiente los movimientos de ese precio me jugarían una mala pasada.
Desesperado, empecé a investigar y descubrí dos informaciones muy interesantes. En primer lugar, me enteré que en aquellos momentos la diferencia horaria con Estados Unidos era de cinco horas, en vez de seis. Esto se debía al cambio horario de primavera. En España se hace una semana antes y, durante siete días, solo nos separan cinco horas de diferencia con el otro lado del Atlántico.
A este pequeño detalle se debió mi error de cálculo y por esto el mercado cerró “temprano”.
Segundo, el informe de la cosecha estaba a punto de ser publicado. Si, si, como en “Trading Places” (os recomiendo la película, de verdad). La revelación de nuevos datos por la tarde del día siguiente provocaría un cambio en el precio, fuera para bien o para mal.
Sí había suficiente producción, el maíz se desplomaría. Si, en cambio, los granjeros de los distintos condados tenían una previsión de un mal año, la cotización saltaría por los aires.
Esto me produjo una noche de insomnio, que lo dediqué a rezar porqué el informe de la cosecha fuera malo. Qué vergüenza… Todo por un error de cálculo de los horarios internacionales.
Si te has percatado en el título, ya habrás adivinado cuál fue el resultado. El día siguiente salí del trabajo, y no tuve tiempo de quitarme la corbata que ya estaba frente el ordenador, conectándome a mi broker. La previsión de producción no fue mala, pero si fue peor de lo esperada y el contrato del maíz saltó de los 600 dólares a más de 620, dándome un beneficio de 1.250 euros en cuestión de un día.
No es mi mejor especulación. Es más, no se la recomiendo a nadie. Porque fue como un lanzamiento de moneda, con una probabilidad de un 50% de ganar. Muy fácilmente podría habría escrito un artículo similar llamado: “Como la palmé especulando con el maíz”.
Pero ya tengo otras historias de este tipo; para no dormir. Pero serán para las newsletters de las próximas semanas.
Hasta entonces, un abrazo!