Consejos vendo, que para mi no tengo
Asesorar cuando las bolsas suben es el prólogo de una mala historia
En 2021 me vine arriba. Como tantos inversores, después de la pandemia mi cartera obtuvo unos rendimientos fantásticos. Tengo por costumbre ser precavido. Explico lo bueno y lo malo de mi profesión. No doy pie a malos entendidos.
Pero, durante aquellos días, se me escapó más de un “qué bien me va en bolsa!”.
Y resultó que algunos amigos, amigas y familiares prestaron atención. En lugar de estar por sus cosas y dejarme hablar como si nada. Aquellos día me tomaron en serio. Y, encima, me pidieron recomendación.
En otras circunstancias les habría dicho que no. Que lo de aconsejar, dar opiniones, etcétera, no era lo mío. Pero como estaba sobrado de optimismo, les dije que si. Justo cuando las nubes - que digo nubes, nubrarrones! - amenazaban en el horizonte.
Y por esto, la cagué. Te cuento…
Si has llegado hasta aquí es porqué te gustan las historias de pacotilla sobre bolsa. ¿Quieres recibir más aventuras como esta? Suscríbete a la newsletter!
Era un momento fantástico, el peor para empezar
Tanto en 2020 como durante la primera mitad de 2021 fueron tiempos prolíficos para los inversores. Muy pocos valores me preocuparon. Con compañías convencionales, las más mainstream, fue fácil conseguir unos buenos beneficios. Disney, PayPal, Danaher… todas llegaron a cotas nunca vistas.
Aunque me presento como “inversor de pacotilla”, he visto y vivido distintas fases del ciclo bursátil. Llevo más de veinte años en ello. No solo sabía que este buen rollo de los mercados terminaría pronto, sino que incluso vendí parte de lo ganado. La tendencia alcista se estaba desgastando.
Coincidiendo con esta situación, distintas personas me plantearon varias propuestas. Todas ellas, de fondo, venían a pedir lo mismo: Querían que les diera algunos consejos sobre bolsa, para poner algunos ahorros.
Esta petición estaba motivada. No solo por mis exclamaciones, sino por la calidez de aquél mercado. Todo iba para arriba. No importaba ni la compañía, ni el activo: criptomonedas, startups… Era un mercado efervescente y fenomenal.
Ah! Y además, teniendo en cuenta que los ahorros en un depósito daban un triste 0%.
Entonces, sin darle demasiadas vueltas al perfil de los futuros inversores, les propuse dar algunos consejos. Nada de tomar el dinero, ni de gestionar. Todas las decisiones las tomarían ellos. Aunque, antes escucharían mis opiniones.
Durante unos meses, compartimos algo de entusiasmo. Incluso podría llamarlo optimismo. Algunas de las acciones que recomendé subían. Otras bajaban. Pero no había ninguna explosión de beneficios, como habíamos visto durante el período anterior.
Vi que aquello no acababa de funcionar. Y, entonces, llegó el verano.
Los rendimientos empezaron a encogerse y el verde de algunas cifras, se convirtió en rojo. Para mi, que ya he toreado toros y esquivado osos, aquello era un retroceso. Pero a ojos de un inexperto, con un corto historial, eran las mayores pérdidas de su vida.
Si llueve, ¿Quién tiene la culpa?
Que el mercado baje, significa que TODAS las empresas cotizadas también lo harán. No se salva ni una. Ni las growth, ni las value. Ni otra que lleve una etiqueta más molona que la anterior. Y esto es lo que sucedió a partir del verano de 2021; se estrenó la temporada de osos.
¿Dije que yo ya tenía experiencia en estas fases? Si, es verdad. Pero nunca lo había vivido con otros inversores, con las mismas posiciones, y atemorizados por el temporal de resultados: caídas en tecnológicas del orden del 50%, Netflix se derrumbó después de presentar una bajada en su base de usuarios, Meta y sus resultados, Amazon echando gente…
Las pérdidas eran tangibles. Esto, como ya he comentado, era un bache en mi largo historial. Pero para mis conocidos eran sus primeras pérdidas. Su balance estaba en negativo. Y, por esta razón, ya no compartíamos optimismo.
Surgieron las dudas: ¿Dónde estaban los famosos beneficios de los que hablaba con tanta pasión? Incluso me preguntaron inquisitivamente: “¿Lo que me recomiendas, es lo mismo que estás haciendo con tu cartera?”
Al final y al cabo, ellos esperaban ganar dinero. Y esto no pasaba.
Mis pensamientos durante aquellos duros momentos fue - y continúa siendo -: “busca y encuentra buenas inversiones, para que cuando todo pase, saldrás más fuerte”. Para ellos, en cambio, lo que de verdad importaba era dejar de perder. Si la bolsa se hundía más, ya no querían estar allí.
Dicen que en los booms bursátiles, todo el mundo está invertido: el mecánico, el peluquero, la vecina del quinto… En cambio, cuando los mercados caen, todo el mundo se quiere ir. Y es cuando se quedan los listos (o smartmoney).
Yo no sé si soy el listo, o el más tonto de la bolsa. Pero lo que si he aprendido, es que cuando me pidan cualquier “asesoramiento”, me reservaré la opinión.
Feliz viernes!
P.D: Debo advertir que escribí este texto por segunda vez. El primero era más genuino y espontáneo. Pero Substack me jugó una mala pasada. De aquí he aprendido otra lección: la nube e Internet siguen siendo un lugar peligroso dónde dejar la documentación. Si tenéis también una newsletter en esta plataforma, id con cuidado!