¿Te cuento porqué la bolsa sube y baja?
Cuando escribí los peores resúmenes de bolsa en un periódico
“Tenemos el becario que escribe más lento de la redacción!”, exclamó el jefe de sección. Fue una bonita forma de meterme prisa para que terminara el resumen diario de la bolsa. Solo quedaban dos puñeteros párrafos de letras y la sección financiera del periódico cerraría. Pero mi cerebro no daba para más.
¿Qué chorrada podía inventarme para explicar una sesión de bolsa aburrida de agosto?
Si, señores. Hace nueve años trabajé en La Vanguardia en calidad de becario. Sí buscáis en la hemeroteca, descubriréis que yo era “el jefe” de los resúmenes de bolsa veraniegos. Escribí textos inútiles; con títulos tan olvidables como “Los toros lo intentaron”, “Se abren nuevos frentes” o “Nos quedamos con lo bueno”. Que queréis hacerle, un servidor tenía una inventiva muy limitada!
¿Cómo llegué hasta aquí?¿Cuáles fueron las lecciones de trabajar en un medio de comunicación, en pleno verano? Lo cuento a continuación, en esta nueva historia de pacotilla.
De profesión periodista económico
Tras pasar por el sector bancario, harto de sentirme un pirata (y, a veces, un ladrón), me tiré a la piscina para estudiar periodismo. Con treinta años quise reinventarme. Mi objetivo era convertirme en un contador de historias económicas. Para ello, hice un posgrado y después unas prácticas en un medio de comunicación.
Desde la universidad, me alentaron a apuntarme como becario en la sección de economía de La Vanguardia. “Están muy interesados en tu perfil”, me dijeron, pues además de periodista, tenía experiencia en el sector financiero. Por esto, me sentía como el rookie del año. Pero pero en el terreno periodístico. Lo petaría.
Pero mi primera visita al periódico fue suficiente para demostrarme como me equivocaba. Allí no esperaban a un genio de las finanzas. En la sección de economía solo necesitaban a un becario “machaca”, que apuntara números en una plantilla. De los contenidos, ya se encargaba la vieja guardia de periodistas.
Frente mi posible decepción, el jefe de la sección me hizo una oferta: Si yo aceptaba la condición de becario, me propondrían hacer más cosas. Como elaborar reportajes o asistir a ruedas de prensa. Precisamente, lo que yo quería!
Hoy, miro hacia atrás, y pienso que me timaron. No solo me propusieron hacer de becario, sino que su “regalo” fue darme más trabajo. A lo largo del verano, si que escribiría artículos y reportajes, pero nunca me pagaron por ello. Ni tan solo me costearon los gastos de los viajes. Hay quién considera que a cambio, recibí un aprendizaje. Cuando en realidad, allí me enseñaron poco y mal.
A pesar de todo ello, acepté la propuesta. Quería un verano con un poco de acción y lo tendría.
Resúmenes y más resúmenes de bolsa
Con este trato, llegué a escribir distintos contenidos en un periódico de prestigio: notas de prensa, artículos breves, algún reportaje y, lo mejor de todo: los resúmenes de la bolsa. Eran textos breves de opinión, que tenían como objetivo explicar la jornada bursátil.
Debo apuntar que este encargo vino a través de una sustitución de verano. El señor que escribía este texto y chillaba cada día “la bolsa sube!” o “que leche se está pegando Telefónica!” se iba de vacaciones. Por esto, para no dejar vacía la sección, me tocó a mí esta tarea.
A priori sonaba bien y el trabajo parecía fácil: Solo tenía que sentarme frente el ordenador, ponerme música de fondo, revisar las bolsas y a escribir.
El primer día fue así. Teclee algo como “el Ibex se mantiene”, “el Dow Jones sigue su ritmo” y así tuve la sección terminada. Para el segundo día, se me complicó el escrito. Básicamente, porqué el Ibex también se mantenía y el Dow Jones seguía su ritmo. Todas la bolsas seguían igual, pues estábamos en agosto, pero yo no podía repetirme.
Resultó que todas las sesiones eran iguales: aburridas, sosas y con pocas novedades. Pero estábamos en un periódico, y estos viven de escupir datos y que parezcan interesantes. Por esta razón mis escritos debían ser cada día distintos. Y, para colmo, tener un titular atractivo!
Pues venga, así empezó lo más interesante: el análisis creativo.
Cuándo la bolsa sube o baja, siempre hay algún culpable de estos movimientos. Una empresa, un hedge fund o el economista jefe de algún banco central. Pues a mi, se me ocurrió que si los mercados cerraban planos, también habría alguien detrás de todo ello. Por esto, aunque no me lo creyera en absoluto, un día señalaba que la Reserva Federal mantenía los mercados parados, otro día era de Putin y de la madre Rusia y, a la siguiente edición, culpaba a George Soros. Había pastel para todo el mundo!
Si tenía que cerrar la sección, lo haría lo antes posible. Así dejaron de importarme la calidad de mis escritos. A ver, ¿Quién se iba a leer un resumen de bolsa, en papel, en pleno verano?
Pues resulta que hay público para todo el mundo. En este caso, esta audiencia está formada por jubilados (si, siempre hombres) que van a la playa y se sientan a la arena, con su silla, su parasol, el periódico, durante toda la mañana. Los mismos expertos en obras y construcciones en invierno, se convierten en devoradores de noticias financieras en verano.
Si. Esta era mi audiencia. Aunque me parece que mis relatos no triunfaron. Uno de mis lectores le comentó a mi madre: “ya me gusta lo que hace, pero el anterior lo hace mucho más ameno”.
Mira por dónde! Aquí estaba el secreto y la moraleja de la historia. Una sección de economía se rige por contar historias. Lo que se llama actualmente storytelling. Mis resúmenes eran un pequeño ejemplo; debían llenar el papel con cualquier comentario que fuera entretenido (¿Qué importan los datos y la verdadera información?).
Sabiendo esto, tardé menos en completar mis secciones y en irme antes del periódico. Nunca más me han llamado para completar una sección. Ni pagarme por algún trabajo extra ¿Por qué será?
Feliz jueves y nos vemos en septiembre! (dejadme hacer un pequeño parón por vacaciones).